lunes, 7 de enero de 2013

La lectora sabe

Sus Majestades los Reyes de Oriente a sabiendas de que este año no he sido tan buena, me han dejado encima de la mesa que tanto odio limpiar los jueves por la mañana un Ebook. Es un poco más grande que la palma de mi mano y tiene una funda rosa que lo protege. Es "muy yo" en todos los sentidos. Con ese regalo me he sentido como cuando la Bestia le regala a la Bella la impresionante biblioteca del castillo... montañas de libros solo para ella, solo para mí.  


¿Impresionante verdad?


A veces la gente me pregunta por qué me gusta tanto leer. Y hoy vengo dispuesta a contarles la verdad. 
La lectura me apasiona. Me transporta a un mundo que no es el mío, y aunque esté en la cama leyendo o sentada en un sofá, cuando cojo un libro soy capaz de viajar mucho más allá. 
Recuerdo con gran cariño los primeros libros que me leí, desde entonces me declaro fan número 1 de  Manolito Gafotas, que actualmente estoy acabando.  Pero hay uno que con tan solo 10 años me cautivó. Recuerdo su título: "Otto es un rinoceronte" y recuerdo aquella portada morada que apenas se veía en la biblioteca de mi colegio. Era una biblioteca pequeña situada en la esquina de la clase que apenas nadie visitaba salvo cuando era obligatorio.  La historia de aquel libro morado y blanco, cuya editorial me hacía mucha gracia ( Alfaguara... para mí Alfaguarra) era simplemente perfecta. Tenía aventuras, comicidad y por supuesto algo de  amor.  Recuerdo como si fuera ayer como mi madre se metía en mi cama y me contaba las aventuras de aquel pequeño niño que pintaba rinocerontes en la pared; aunque yo sé que a ella le gustaba más leer Cipi, pues siempre insisitía. Aquel libro del pajarito también me enseñó mucho, tanto me gustó que tras ese acabé leyendo "Juan Salvador Gaviota" pero eso es una historia que otro día les contaré. 


Sí, soy de las que se baja un libro a la playa y se pone el mundo por montera, de las que se acuesta algo más tarde porque "me faltan 2 paginitas para acabar el capítulo" y de las que tienen una "mini" luz que se ajusta al libro para poder leer en la oscuridad. Porque cuando leo, dejo de ser yo para ser uno más del libro. Y, sí, soy de las que sueña, mientras lee, que quizás algún día,en algún lugar de este pequeño planeta alguien leerá líneas escritas por mí y romperá a llorar o a reír,  pues, como bien una vez leí en un libro: "Creo que vale la pena hacerse añicos por esos sentimientos" 

En un libro encontrarás frases que te llenan, que aparecen justo cuando más las necesitas, historias que quizás algún día te pasen a ti o historias que te encantará soñar. Porque en un libro hay personajes buenos y malos,  con los que disfrutar y personajes a los que incluso podrás odiar. Personajes  de los que te podrás enamorar. Porque en un libro te encontrarás. 

Y para acabar esta entrada, que me está quedando "demasiado tqm," (tengo un amigo que dice que vomito azúcar y sí, me encanta) les dejo un pequeño fragmento que encontré una vez en un tablón de tuenti: 

"Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.
Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.
Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.
Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de 
Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.
Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.
Por lo menos tiene que intentarlo.
Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.
Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.
¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.
Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.
Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.
Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.
Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee."
O mejor aún, que escriba"

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