lunes, 14 de enero de 2013

Las instantáneas son las mejores

"La cour du domaine du Gras" es la fotografía  permanente más antigua  que se conserva. Fue tomada por Joseph Nicéphore Niépce en 1826.










Pero no fue el primero que trató de captar un momento. Ya los hombres del Paleolítico captaban momentos pintando en las cuevas, y sinceramente, creo que esa, es tan solo una de las muchas similitudes entre ellos y nosotros, la sociedad del siglo XXI;  pero ese es otro tema, del que "si te portas bien"   hablaré en otro momento.  Porque, tras varios días en los que cada vez que me sentaba a escribir, la inspiración, y el Wifi, se iban... ( es lo que tiene tener  el último cuarto del Palacio de Buckingham) aquí está, al fin, el post de hoy.   Y todo gracias a la mención de mi profesora de Historia del Periodismo ( e ídola) del fotógrafo Robert Capa.

Siempre me ha gustado la fotografía. Admiro la capacidad que tienen esos artistas. Capacidad mediante la  que captan momentos. Cualquier momento puede ser captado. Y con ello, hacen bonito lo cotidiano; y cotidiano lo bonito.   Son momentos graciosos, momentos románticos, momentos tristes... momentos. Pero lo cierto es, que buscando fotografías, me he dado cuenta de la capacidad que tiene el ser humano para captar momentos.

J. Covart
¿Acaso no hemos captado alguna vez una sonrisa después de una caricia?  Jeremy Covart lo hizo.










R. Capa







 Seguro que muchos de ustedes han captado esta imagen ... Como mínimo,  en sus mejores  sueños...










        Y es que, en el fondo, todos somos fotógrafos de nuestra vida

Tengo una amiga que dice que "las instantáneas son las mejores". Y creo que tiene razón. Por mucho que lo intentemos, siempre habrá momentos del día que al día siguiente no recordaremos. Muchas veces, en los trayectos de bus que suelo hacer ( que hago muchos) trato de recordar qué hice el día anterior. Pero por mucho que me empeñe hay momentos que no consigo recordar, momentos que caerán en el olvido y ahí, se quedarán.
 Es, como si tuviéramos una mesita, con dos cajones, en la que cada noche depositamos nuestras fotografías del día. No importa si el día ha sido bueno o malo. Si lo has pasado entero en una biblioteca entre risas producidas por la palabra "titi" o, si ni siquiera te has levantado de la cama.  El cajón de arriba cuenta con una cerradura parecida a la que sale en la película de Peter Pan; y se abre con la llave que llevamos colgada del cuello;  pero el cajón de abajo, no tiene llave; sino una pequeña abertura en su parte superior, por la que entran las fotografías, que  no saldrán jamás.

En nuestras manos está seleccionar, cada noche, qué fotografías queremos guardar.

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