jueves, 31 de enero de 2013

"A Disfrutar"

Una llega a su casa positiva. Recién salida de un examen en el que la mitad de la teoría iba copiada de los apuntes, y la otra mitad...  ha sido un pinta y colorea;  unido, a que tan sólo he tenido 4 fallos en los test de la autoescuela,  una llega pletórica. Además, hoy es jueves.  

Pero resulta que no todo es de color rosa. Que llegas y la Cospe dice que está indignada. El diario EL PAÍS  publica esta mañana unos documentos en los que se recoge la contabilidad secreta del PP. Unos documentos escritos a bolígrafo, pero no de esos que se borran.  En estos, se reflejan registros de entradas de dinero (donativos de empresarios) y salidas  (pagos periódicos a miembros de la cúpula del partido y otros gastos de funcionamiento). Aparecen muchos nombres, cierto. Una lista que nada tiene que envidiar a las que hace Del Bosque;  y en la que el número 1 no es Iker Casillas sino Mariano Rajoy. 

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno Español. Ese señor al que no le tiemblan las manos, ese mismo que no da opción a preguntas en las ruedas de prensa; podría estar involucrado en una trama de corrupción política (presuntamente).   Y no, Cospedal no, los indignados ante tal noticia somos los españoles.   Indignados con una clase política ineficaz. Esto no es sólo por el PP. Es por todos. Y la solución, señor Cayo Lara, no son unas elecciones para que el vulvo les vote; ahora que PP y PSOE cuentan cada uno con su caso de corrupción... Porque está visto y comprobado, que no se puede poner la mano en el fuego por ninguno de ustedes. Que todos son iguales. Y que, montados en un tractor, como luchaba María Jiménez contra la piratería, han acabado con la credibilidad y la confianza, no sólo en el poder político sino también en la democracia. 

Y somos nosotros, repito, nosotros somos los que estamos indignados, los  mismos que deberíamos decir BASTA. Y poner fin a una clase política que recorta en todo menos en lo que tiene que recortar, una clase política que actúa de espaldas al pueblo, mandándose sobres. Y que no oye a un pueblo que grita. Y no, no me digan que los datos oficiales nos indican que los "manifestantes" son pocos, son perroflautas. Porque, al margen de todo eso,  yo les hablo de otros gritos. Les hablo de los casi 6 millones de gritos a las puertas del INEM, de los gritos de aquellos que se quedarán a estudiar en su misma ciudad, será que también "hemos becado por encima de nuestras posibilidades", y de aquellos gritos que se escuchan en los coches de camino a Urgencias.  Gritos ante la basura que tenemos por clase política. 
Y hablando de basura... 

rgonboz





¿Se han asomado a las calles de mi ciudad?








Y yo me pregunto, si no hay diálogo entre Lipassam y el Ayuntamiento de Sevilla, ¿Cómo va a haber diálogo entre el Gobierno y el pueblo? 

A mi me da que Mariano no ha comparecido porque cree que tan sólo es un mal sueño. Pero ya le digo yo que esto tiene más pinta de pesadilla. Si usted no tiene ganas de levantarse de la cama, imagine el resto de españoles... 

¿Y ahora qué? Que digo yo, que toda esta película podría acabar con la aparición de un Marius, como en Los Miserables ¿No?

Aunque sinceramente, me conformo con encontrarme a algún Jean Valjean de vez en cuando... 

Hoy decía un joven en el autobús que a él le gustaría vivir en una gran casa con mucho dinero y no tener que hacer nada. Así de simple.  Otro señor más mayor le contestaba que ese también era su sueño, pero que la vida es muy puta, y que eso no es para ellos, que ellos tienen que mamar. (Mamá yo solo transcribo lo que este señor dijo) . Lo cierto es que me llaman mucho la atención las conversaciones que se producen en los autobuses. No son grandes conversaciones, con ellas no se arregla el mundo como en las cafeterías o en las reuniones de la comunidad, pero tampoco son tan tristes como las de los ascensores. Tras esas palabras del señor más anciano me reincorporé en mi asiento, les miré y me sonrieron; acto seguido les dije: "Pues si en esa casa no me espera nadie cuando llegue, no quiero esa casa, ni ese dinero". Y, se hizo el silencio. 

Cuando me fui a bajar del autobús, el más jovencito me miró, me sonrío y me dijo: " A disfrutar"




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