sábado, 14 de enero de 2012

la chica de los ojos tristes y los labios secos

Ella tenía las ojos tristes y los labios secos. Nada la aturdía. Nada la incordiaba. Nada evitaba que viviera tranquila, relativamente feliz. Pero sus ojos eran tristes y sus labios seguían secos.
Había aprendido a extrañar momentos que nunca vivió, encuentros escondidos en ningún sitio, esencias que no tenían cuerpo. Se acostumbró, admitió que no existía nombre al que aferrarse, al que culpar al menos de que sus ojos estuvieran tristes y sus labios secos. Añoraba sin remedio miradas que nunca miró y bocas que nunca había besado. 
Al dormir, soñaba que las manos de unos brazos desconocidos la acariciaban, y, al despertar, no podía evitar imaginar ausencias inexistentes entre sus sábanas. Luego se abrazaba a la nada. Al sinsentido. A los motivos sin motivos. Y se echaba a reír, porque incluso ella pensaba que se había vuelto loca. Loca por nadie. Un enorme "nadie" enfadado con un "alguien" que nunca aprendió a valorar sus oscuros ojos tristes y sus secos labios rosados.
(gracias L)

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