viernes, 22 de febrero de 2013

Limón y Sal

Ayer, mientras recogía mi casa mi cabeza ideaba un post de indignación para el blog. Y fíjense cómo es mi cerebro, que por la noche, cuando me iba a sentar a escribir, las ideas volaron cuál Peter Pan hacia Nunca Jamás.  No fui capaz de poner en pie nada de lo que me había llevado toda la mañana pensando. 

Esta noche, como las del resto de la semana, cuando he ido a sentarme a escribir en el blog tampoco me ha salido nada. Cierto es, que tengo una libreta roja en la que voy anotando lo que se me ocurre/veo/me pasa para después contar. Me acompaña siempre y así la inspiración nunca se me escapa. Pero es cierto, que esta semana, la había perdido de vista ( a la libreta digo, la inspiración ni siquiera se encuentra dentro de mis contactos de Whatssapp). 

Eric Ryan 
Quizás es que mi mente no está dónde esta mi cuerpo (esta frase la anoté en la  libreta hace semanas, pero hasta hoy no he conseguido encuadrarla como quería). Y ahora bien, cuándo tú mente y tú cuerpo no funcionan juntos ¿Qué hacer? ¿Cómo cazarlos? 

En un mundo en el que las 24 horas del día me parecen pocas, y en las que apenas tengo tiempo de ordenar mi cuarto, imagínense si me pusiera a ordenar mi cuerpo y mi mente. Menudo lío. En comparación al dueño de ZARA un día de rebajas en su tienda le tocó la lotería.  Pero es tan necesario... No somos conscientes de que la vida es aquello que transcurre mientras... (en mi caso, mientras elijo que ponerme o  corro detrás de los autobuses), pero es la pura verdad, y eso que no creo en lo universal. Las 24 horas las dividimos como divide mi madre la tortilla entre mis hermanos y yo para que no nos peleemos. Dormimos 8 horas (si es que las dormimos), trabajamos otras 8, empleamos alrededor de 3 horas en desayunar, almorzar, merendar y cenar ( si es que hacemos todas esas comidas) y tan sólo dejamos 5 horas para hacer lo que realmente nos gusta ( si es eso lo que realmente hacemos). 

¿Y ahora qué? ¿Se acabó? 

¿Dónde quedan las horas que se pasaban volando cuando jugabas? ¿Y las qué se te pasaban leyendo? ¿Y las horas de la noche que pasabas bailando? 

Quizás viva de ilusiones. Quizás no he despertado de mi mundo "tqm". Pero hoy te propongo empezar de nuevo. invertir las horas marcadas y dedicar el tiempo a lo que de verdad importa, a lo que te importa. 
Hoy, como en mi libro favorito, me he cortado el pelo y me he puesto la mejor de mis sonrisas. Hoy tengo ganas de abandonar la moto sin frenos a la que me había subido en los últimos meses. Hoy me voy a la estación de tren. Mi mente ha ordenado las prioridades, pero a la locura le prohibí que se marchara. Mi cuerpo... bueno mi cuerpo tiene prohibido comer patatas fritas hasta volver a caber en el 36. 

Bromas a parte, ahora puedo decir que te necesito, que me necesito. Y lo primero que va en mi lista es cuidarme y mimarme, porque una, ante todo debe quererse así misma, aceptándose tal y cómo es.

 Pues, si no te quieres tú ¿Quién te va a querer? 

La falta de autoestima no sólo viene impuesta por la sociedad que te marca unos patrones de vida. Esto no es una enfermedad,   ya que una misma puede escoger esa máscara, ese escudo, y así no dar a conocer  aquello que todos están deseando ver. No. Hoy no hay lamentos. Hoy no hay errores ni vueltas atrás.  Tú no eres una pobrecita. Lo sabes. Lo saben.  Y te diría, citando al refranero español, que hoy soy de las "cogería al toro por los cuernos" pero no me apetece una charlita de Toni Cantó. 



Es el momento de sentirse viva, como nunca antes. Porque  la vida son dos días, échales Limón y Sal. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario