Soy del sur, quizás por eso tengo que perderme por el norte
para encontrarme.
Destino: Salamanca.
Ya la nevada que nos sorprendió por el camino anunciaba el
frío que íbamos a pasar. He aquí la prueba.
Somos muchos los que
pensamos que cambiando de aires también cambian las ideas. En este caso no sé
si Salamanca habrá cambiado mi forma de pensar, lo que sí les aseguró es que
mis ideas están cogelás.
Lo necesitaba. Necesitaba perderme por lugares y rincones
para ver que hay más mundo que detrás de mi amada Andalucía. Gente que merece
la pena conocer y lugares difíciles de olvidar.
Hace tiempo que creo que cada uno de nosotros tiene un camino.
Esto no significa que todo esté escrito
y qué hagas lo qué hagas esté marcado; sino que al nacer, tus padres te ponen
al principio del recorrido y ahí
comienzas tu aventura, la vida. Para que os hagáis una idea yo imagino una gran línea roja en la que pone START y
muchos bebés que gatean. Unos más lentos que otros. Y así, estos bebés van
avanzando a medida que crecen. Suelen
entretenerse mucho por el camino: se paran a ver las flores, el cielo, y todo
lo que va apareciendo en el camino.
No es una carrera sino un paseo, aunque muchos se dan cuenta
de este detalle cuando han llegado al final… del túnel.
Al principio queremos
llevar una gran velocidad, tener ventaja frente a los demás nos hace sentirnos
mejores, mas fuertes. Procuramos pararnos poco, y mucho menos si es para ayudar
al resto. Cuando al final nos damos cuenta de que la línea de meta está a punto
de ser alcanzada, es entonces cuando todos vamos más lentos, aunque sepamos que
ya es demasiado tarde. Mientras tanto hay quien se ha entretenido demasiado por
el camino o quien simplemente se quedó atascado. Podemos hacer el camino solos
o acompañados, para siempre o tan sólo un tramo de éste. Podemos despedirnos y
volvernos a encontrar.
Una que se hace mayor porque está a punto de cumplir la
veintena y bueno, porque la peluquera le ha dicho que le ha salido una cana, va
por el camino algo perdida. Me siento como Doroty Gale en el Mago de Oz. Mi
camino también es de baldosas amarillas, pero no tengo zapatos rojos… ya tengo
excusa perfecta para comprármelos.
Salamanca ha sido como ir hacia la segunda estrella a la derecha volando todo recto hasta el
amanecer. Un rodeo al camino que todos toman. El respiro de aire que
necesitaba. El cambio de pilas que ansiaba mi motor.
Y con esto del cambio, he decidido que ahora en el blog
habrá una canción que inicie las entradas.
Antes de leer la entrada activas la canción para que se
reproduzca en bajito mientras la lees.
. Me gusta, y sí, se me ha ocurrido a mí solita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario